Por @alematus00
El Domingo era un día de celebraciones y desahogo por una fiesta que estaba empezando a asfixiarnos, pero no fue así.
Encontramos un equipo dentro de una nutrida plantilla de jóvenes promesas que nos hizo soñar con una inédita libertadores, resultados históricos en Argentina y Brasil nos ilusionaban y hacían que nuestras gargantas se acostumbraran a desgarrarse gritando éxitos, de corto plazo, pero éxitos al fin y al cabo, pero no fue así.
Junto con la campaña internacional, en el torneo local éramos los amplios líderes, con la mente puesta en el exterior, equipos que desnutrían nuestras plantillas de las divisiones inferiores, no tenían rival que nos callara y que finalmente nos dejó como resultado la clasificación directa a una copa internacional y el primer lugar que pudo habernos coronado. Por la poca inteligencia y profesionalismo de los dirigentes, el final no llegaría después de la ronda regular sino que tendríamos que enfrentar 6 partidos extras para poder justificar la superioridad mostrada anteriormente. Para todos los cruzados esos partidos serian un alargue innecesario para poder celebrar el bicampeonato, éramos el mejor del campeonato y solo tendríamos que demostrarlo, pero no fue así.
Con las horas, sin haber querido detenerme en las imágenes de la pesadilla que viví (mos) el domingo en Ñuñoa, pensé que podría justificar el irreconocible partido de Eluchans, Silva o del capitán o incluso más que los penales o las expulsiones serian un robo más de los que tanta veces somos víctimas en momentos claves, pero no fue así. Me imaginé que cuando Roberto Gutiérrez le tocó la oportunidad de entrar en un momento clave para intentar hacer historia, se quedaría sin piernas intentando suplir la falta de dos jugadores y correría por el amor hacia la camiseta que vestía demostrando que el sentimiento hacia la franja era mucho mayor que la oportunidad de cambiar los colores, pero no fue así.
Lo mismo con todo el equipo, que si bien habían hecho un esfuerzo al correr detrás de los incombustibles rivales, el deseo de la plantilla y de su hinchada por conseguir el tan anhelado bicampeonato seria mayor y como tantas veces salió desde mi garganta “dejarían la vida por los colores”, pero no fue así.
El final del campeonato sacó a la luz todos los temores de quienes veíamos en nuestro equipo un planteamiento demasiado conservador, en el partido de vuelta pensé que Católica saldría a presionar a nuestro rival, quienes desesperados buscando la “inmensa” diferencia de goles que nos separaba, nos dejaría las puertas abiertas para concretar los posibles errores, pero no fue así.
Créanme que con el correr de los días estas palabras se fueron auto censurando, atrás quedaron los deseos de decir que nuestro técnico la había cagado y que sus genes de ratones nos habían privado de un logro histórico, tampoco me descargaré con un arquero que pasa toda la semana entrenando y comete dos errores weones que a la larga nos dejó afuera de una copa que se presentaba como favorable, atrás quedaron todas las palabras que criticaban a los jugadores que en la cancha demostraron que estábamos lejísimos de tener el carácter para ser bicampeones, caminando y quedando petrificados ante la adversidad. Me tocó ver y sufrir cada una de las lágrimas de nuestros hinchas en el estadio, no solo mujeres sino que también de los mismos amigos que partido a partido gritan conmigo alentando al equipo de nuestros amores, que caían al suelo desde un sueño hermoso que tenía todo para cumplirse, pero no fue así.
Pero aunque no lo crean, cumplimos, se fue a la mierda la libertadores por detalles y el bicampeonato lo perdimos con un equipo que jugó a un nivel superlativo en comparación a nuestro planteamiento mezquino de la final, pero entre llantos y desazón, nuestra hinchada siguió “alentando” o más bien consolando a los jugadores, seguíamos cantando y saltando creyendo o haciendo creer que nuestro sueño se había cumplido, pero no fue así… pero que mierda importa salir campeones para que la pasión siga creciendo, que mierda importa no poder jactarse de la basura que celebra sus campeonatos anticuados o de las hinchadas con parlantes, no porque la 11 no llegara a transformarse en realidad yo dejé de ser un hincha de verdad, si yo nací sintiendo la franja tatuada en mi piel y así me voy a morir. Esas lágrimas no fueron de lastima ni del sentimiento de tener que comernos las frases “segundones” o “cagones” por todo un semestre, fueron de ilusión y de esperanza de que estamos caminando por un buen camino, porque los pichones que aparecieron en el campeonato que terminaron siendo grandes águilas que mostraron sus garras contra todos, que por la inexperiencia y el deseo de matar al rival (además de situaciones que no vienen al caso) los hacia parecer como David contra Goliat no pudieron hacer realidad nuestros sueños, pero ¿murieron las ilusiones? ¿Nos importa soportar las críticas? ¿Dejamos de sentir el amor por los colores? No!! Cumplimos.
Gracias a todos por hacer que me diera cuenta que los molinos no eran gigantes que querían atacarme, gracias por hacer que deje de ilusionarme y que #localesensancarlos se transforme en realidad en corto plazo gracias a todos y que las copas internacionales se transformarán en motivo para suscribirme en el canal de televisión por cable para poder ver a Católica en los partidos que jueguen en el exterior y que humildemente sigamos representando a Chile como el mejor equipo dentro de sus pares.
GRACIAS CATÓLICA, GRACIAS JUGADORES,
GRACIAS A LA VIDA POR SER CRUZADO
Por @alematus00
es el mejor comentario que he leido y hasta escuchado despues de la final, nacimos con la franja tatuada en la piel y con un corazon de color blanco con la franja celeste.
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