sábado, 14 de mayo de 2011

Yo banco igual

Poco tiempo me tomó darme cuenta de que la realidad superaba por amplio margen a mi imaginación. Yo imaginaba una noche feliz y, la verdad, fue mucho más que eso, mucho más.
La previa de movimientos todo el día, corriendo de lado a lado para conseguir la entrada, yendo al hotel a esperar a los guerreros para regalarles un merecido aplauso y el primer ceatolei, cargado de ánimo y fuerzas para la contienda. Un mensaje de texto me avisa que otro cruzado ya había llegado, que me esperaba. Un par de tweet con la bienvenida de otros pocos, la franja ya se movía por Montevideo. @Los_Cruzados publicaban mi nota anterior y comenzaban a llegar saludos, comentarios, felicitaciones y seguidores… me sentía más cruzado aún, compartiendo un sentimiento con toda la barra, si hasta mis hijos se emocionaron!

La hora avanzaba y los nervios también, a eso de las 5 de la tarde me di cuenta de que no había comido nada en todo el día, no había tiempo para eso y la ansiedad no me dejaba pensar en otra cosa que no fuera el partido de la noche. En el hotel, el Tati nos dice que los dirigentes hicieron gestiones para que la entrada la rebajaran, pasó de USD 80 a USD 20 y nosotros pasamos de inquietos a alegres, agarramos un taxi y nos fuimos al estadio por nuestro ticket. En las afueras del “mítico” Centenario, las primeras almas cruzadas descansaban después de un largo viaje. La noticia de que habían detenido en Argentina al bus con la barra nos tenía a todos preocupados y todos preguntaban por novedades. “Los soltaron wn!” avisó uno por allá. Ojalá alcancen a llegar.


Seis de la tarde en Montevideo y los jugadores comienzan a atravesar el lobby del hotel rumbo al bus. Concentrados y con rostro heroico agradecieron nuestros aplausos. Uno a uno subían al bus, con calma, como dándose el tiempo de disfrutar del apoyo de los que siempre están, de esos que hacen posible que el aliento no decaiga y que te hacen sentir que nunca eres visita en ninguna parte. Después de todo, no somos Dios, pero estamos en todos lados.

Juntamos las monedas para irnos al estadio. Alcanzó para un furgón y nos fuimos 12 incondicionales escoltando al bus de nuestros campeones. Fuimos recibidos por insultos y el grito provocativo de los contrarios, pero no nos importó. Las cámaras prendieron sus luces, se levantaron los micrófonos y algunos regalaron una nota a TVN y a los canales locales para que supieran que somos pocos pero locos, que estábamos ahí para apoyar, para alentar, para bancar.

El aviso de que había llegado la Banda nos alegró a todos, justo a tiempo. Había llegado la hora, pero no la hora de la verdad, había llegado la hora de mi alegría, de mi felicidad. Después de tanto esperar, después de sufrir solo en mi casa durante años, por fin podía ver a mi franja querida salir a la cancha. Éramos apenas 200 cruzados gritando, pero yo sentía en mi corazón como si fueran 2 millones. Me comprometí a representar a todos los que no pudieron estar y me desgarré la garganta en el intento. Espero haber estado a la altura de mi compromiso.

Los guerreros entran al campo de batalla como siempre, la frente altiva, la gallardía en su mirada y el orgullo de ser cruzados brotando por sus poros. Yo no pude ver el saludo, las lágrimas nublaron mi vista y desde ahí solo pude sentir en el corazón la gratitud eterna por ese momento. Gracias, con toda el alma, gracias.

El resultado da lo mismo, esas pavadas se almacenan en la cabeza y yo solo atesoro sentimientos en mi corazón. En 10 años más me van a preguntar por este encuentro y recordaré la emoción al tope, las 200 almas cantando, el agitar de mi bandera y el aliento de toda la República Cruzada que se quedó allá en Chile.

Le doy profundas gracias a @elBolillo_ por acompañarme en esta aventura, por ayudarme a revivir la pasión por la franja.
Sólo los que lo han pasado por esto me entenderán, aquellos que son hinchas de verdad. No lo dudé un segundo, hice el llamado necesario y ya tengo mi pasaje para el clásico del domingo, porque no me importa “si ganas, empatas o pierdes”, con esta franja en el pecho, yo banco igual!

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