Columna de Alfredo Morgan.

Alfredo Morgan.

Periodista.

No pude dormir nada, no hubo caso, incluso por un momento sintonicé el partido a las tres y media de la mañana en un acto casi anecdótico, tal vez con la esperanza de que en la televisión fuera otro el resultado. No hubo caso, no dormí nada y me imagino que los jugadores tampoco. Eso, por conformista, extraño o básico que parezca me permitió volver más tranquilo a la casa.

No pude dormir, no hay derrotas atractivas, tenemos 25 containers de triunfos morales, y sin embargo tengo la certeza de que a los 11 (o 10) en cancha les dolió tanto o más que a los que estuvimos en las tribunas la forma en que se dió la caída. Es raro, pero así como no salí contento, la sensación de anoche fue distinta, de alguna manera salí tranquilo y -perdonando la auto referencia - si quize escribir esto es porque me sorprendí en la tranquilidad. 

He sido crítico hasta la médula, muchas veces sin razón (o con más pasión que razón) y hasta niveles insólitos. Tan insólitos como los 5 minutos del segundo tiempo. Tan particulares como esos 5 minutos. Espero que me queden muchos más partidos por vivir, y aún así, no creo que vuelva a ver otros 5 minutos como esos. No pude dormir nada, pero tuve una pesadilla.

Esos 5 minutos no tienen explicación terrenal (aunque se les pueda poner nombre y apellido). No pude dormir nada, y eso que -los que llevamos varios años de estadio- hemos visto casi de todo.

¿A dónde voy con todo esto?

La situación está complicada, seguramente Vélez y Unión serán tanto o más difíciles que Caracas. Ojalá, es de esperar, que el estadio vuelva a estar lleno. No tengo dudas de que lo está por venir será más jodido de lo que vivimos anoche pero les creo, les quiero creer, este equipo, el que vimos caer en 5 minutos,  me merece respeto.

Es probable que esté distorsionando la realidad o, tal vez, el "chip" con lo ocurrido me esté fallando. Anoche igual ví orgullo y entrega. "Es que eso debería ser siempre", perfecto, sin embargo no lo es, y anoche (al menos) no vi un "cagazo", desidia o falta de espíritu. De eso hemos visto bastante, y no hace mucho, incluso con varios nombres que se repiten en la plantilla de este año. La final en Santa Laura no se me olvidó.

Le creo a esta Católica, me gusta esta Católica. Me gustó ver a Hans Martínez molesto. Sí, me gustó verlo molesto saliendo expulsado. ¿Cómo puede ser? No sé, pero es, me gustó verlo responderle con rabia a un tipo que le gritaba detrás de la reja. Me gustó verlo dolido,  mostrando incluso la insignia con genuino compromiso. "Ah, es que a este le venden cualquier pomada del aguante y compra el humo", saque la conclusión que quiera sobre lo que escribo pero quedé extrañamente tranquilo.

¿Estoy orgulloso? No. ¿Le estoy bajando el perfil? Tampoco, pero sí estoy agradecido de ver alma en la mayoría de los que salen a la cancha, bien que no siempre se aparece por nuestros planteles.

Muchos, si no la mayoría de los que lean esto, estarán tal vez en desacuerdo con lo que he escrito, pero quería hacerlo. Ayer me fuí disconforme pero el fútbol este equipo lo tiene, lo hemos visto, no tengo duda que volverá a aparecer. Confio en que sabrán recuperar el fútbol. No me fui conforme, pero al menos me fui tranquilo.

Por @amorganr.

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