Aun me cuesta volver a pensar, me cuesta el hecho de cerrar mis ojos e imaginar, me cuesta tratar de sentir distinto a todo lo que me lleva de vuelta a aquel pitazo final que definitivamente se llevó un pedazo de mí.
Me cuesta quedarme dormido pensando en algo que sea diferente, me cuesta apagar la luz en mi velador y no recordar este mismo instante semana y media atrás. Me es imposible no recordar ese nerviosismo que me quitaba el hambre y el dolor de guata que me daba contar los minutos que faltaban para que comenzara a escribirse otra historia llena de gloria y alegría para nuestra amada institución.
No puedo no imaginarme el hecho que hubiese sido un gol de Villanueva en los descuentos, o pensar en el grito ensordecedor que hubiese sido celebrar un episodio diferente al que se escribió ese día. Aun no logro conciliar con aquel desalmado narrador que nos quitó el sueño de nuestras manos y que nos sumergió profundamente en una semana llena de dolor, donde nada ni nadie nos mitiga este sufrimiento.
Todo me lleva de vuelta al nacional, a la caminata por la calle tiñendo el viento de azul y blanco, a la familia cruzada esperanzada en bajar juntos otra estrella, al hincha nervioso que ese sábado tampoco pudo dormir pero que vibraba con un sueño. Todo me lleva a las banderas, a los gorros, al bombo y a los trapos, a ese sentir de que en 90 minutos dejaríamos de ser uno para convertirnos en miles para defender en un grito lo que es nuestro y nadie nos podía quitar. Esa es la pena que me hace apretar con fuerza los párpados todas las noches, la rabia que aprieta mis manos y mis dientes cuando vuelvo a recordar a mi enemigo festejando con algo que nos pertenece y que me hace recordar que ese día perdimos todos mucho más que un campeonato.
Hoy ya han pasado 9 días de aquel fin de semana y durante el pasar de los días he podido dormirme cada vez más temprano, y es que cuando el silencio de la noche me deja espacio para oír vuelvo a escuchar mis latidos igual de fuerte que antes, vuelvo a oír las pulsaciones que siguen vibrando por los mismos colores que estuvieron dándome razón de ser desde mucho antes que ese domingo cualquiera, porque sabemos que más temprano que tarde volveremos a despertarnos un día nerviosos y llenos de ilusión, una ilusión que nunca ha muerto y que nos promete ganarle al destino, a la prensa y a la opinión, después de todo cuando uno está enamorado da lo mismo los pesares que tengamos que vivir, porque apostamos todo lo que tenemos a que un día la vida nos tenga preparado en bandeja de plata un final feliz.
Es lo primero que leo relacionado al partido, no he querido saber nada, afortunadamente fue esto... gracias!
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